DOMINGA.– Giuseppe Iannicelli, de 52 años, sabe que la mafia calabresa, la ‘Ndrangheta, lo busca vivo o muerto. También persigue a su novia, Ibtissam Touss. Ambos han pasado toda la vida enrollados en el crimen organizado, entrando y saliendo de prisión. Por esa vida criminal de poca monta se encuentran en un lío grave: la cárcel les ha quitado hasta el último euro y son demasiado pobres como para pagar sus deudas de droga, huir y buscar una vida nueva fuera del sur de Italia.A finales de 2013 la pareja está arrinconada: sobreviven atrapados en una pequeña comunidad de Calabria, Cassano all’Ionio, donde la mafia tiene ojos en cada esquina. Incapaces de huir, Giuseppe idea una solución: un escudo móvil, algo que se desplace con ellos mientras ahorran para pagar a la ‘Ndrangheta, una de las mafias más poderosas desde su fundación en el siglo XIX y conocida por matar hasta policías y jueces para controlar drogas y contrabando.Y para que el escudo sea efectivo debe ser de carne y hueso. De ese modo, piensa, si los mafiosos los ven acompañados de un inocente, nadie se atreverá a disparar contra ellos, así que cada vez que salen a la calle lo hacen de la mano de su nieto Nicola Coco Campolongo. ¿Un blindaje perfecto? Se equivocan.La tarde del 16 de enero de 2014, agentes policiales acuden al llamado de un campesino que reporta el incendio de un vehículo en Cassano all’Ionio. Tras apagar las llamas y disipar el humo, encuentran tres cadáveres carbonizados: Giuseppe en la cajuela, Ibtissam en el asiento delantero y Coco en el trasero. Un trozo de cobre se ha salvado del fuego: una moneda de 50 centavos, en el toldo, la marca de la ‘Ndrangheta para indicar que las deudas de drogas se pagan con la vida.Las autopsias revelan un dato estremecedor: ninguno murió por fuego sino por balazos. El nieto también: los peritos encuentran en su sien un disparo a corta distancia. La vida de Coco se apaga apenas a los tres años. Pero un hombre de fe lo reivindicará, tirará una lanza que pegará a un costado a la mafia italiana e indirectamente un mensaje a los mexicanos Zetas: el papa Francisco.Un país que entierra a sus niños asesinados por la mafiaEn Italia, como en México, la sociedad lleva años repitiendo la mentira de que las mafias –o los cárteles– tienen códigos morales, es decir, supuestas normas de conducta que les impide matar niños, entre otras atrocidades. La evidencia de años de conflicto indica que, en realidad, la regla de no matar menores de edad es un autoengaño de la población para hacer más llevadera la violencia irracional del crimen organizado.En 1986, los italianos despiden a Claudio Domino, de 11 años. El niño caminaba con dos amigos hacia una panadería cuando un motociclista le disparó en la cabeza porque su familia se negó a colaborar con la mafia siciliana, la Costa Nostra, considerada una de las cuatro italianas más relevantes en el mundo junto a sus rivales, la ‘Ndrangheta, la Camorra y la Sacra Corona Unita.En 1996, el duelo nacional adopta el rostro de Giuseppe Di Matteo, de 12, disuelto en ácido clorhídrico tras 779 días de estar secuestrado porque su padre, exmiembro de la mafia siciliana, había accedido a colaborar con la justicia. En 2004, a Annalisa Durante, de 14, también la usan como escudo humano durante un intento de asesinato contra un jefe de la mafia napolitana y muere tras ser baleada en la nuca. En 2009, Domenico Gabriele, de 11, es asesinado a tiros y por la espalda en un campo de futbol en Crotona, durante un ataque directo contra su padre. Los italianos, como los mexicanos, cuentan los infanticidios del crimen organizado.En un país ya acostumbrado a enterrar a sus niños en ataúdes cerrados, Italia llora a Coco en 2014. Y se vive el ardor de la indignación colectiva. Su asesinato representa la pérdida de una generación inocente frente al avance de la mafia: el niño estaba bajo la tutela de su abuelo, porque el padre y la madre estaban en prisión por una condena relacionada con la venta de drogas. Desde antes de nacer, todos le habían fallado a Coco Campolongo.El niño de tres años duele a miles de italianos y a un argentino que vive a cinco horas en auto de Cassano all’Ionio: Jorge Bergoglio, quien pide a su círculo cercano que prepare dos palomas blancas para la homilía del domingo siguiente.Durante la misa del 26 de enero de 2014, desde la ventana de su estudio personal en el Palacio Apostólico del Vaticano y ante 70 mil personas congregadas en la Plaza de San Pedro, el papa Francisco suelta las aves en señal de paz con ayuda de un par de niños de la edad de Coco y comienza a orar. La plaza se une en silencio.“Quiero dirigir un pensamiento a Coco Campolongo, de tres años, que fue quemado en un auto en Cassano all’Ionio”, dice el sumo pontífice. “Este ensañamiento sobre un niño tan pequeño parece no tener precedentes en la historia de la criminalidad. Rezamos con Coco, que seguramente está en el cielo, y por las personas que cometieron este delito para que se arrepientan y se conviertan al Señor”.Pero las palabras del argentino se convertirán en dardos rabiosos cinco meses después, cuando haga un cambio en su agenda y visite la tierra de los asesinos de Coco. El papa liberal, el bonachón, el canchero, planea un viaje a Calabria para terminar un asunto que sus antecesores, los sumos pontífices Juan Pablo II y Benedicto XVI, dejaron pendiente con la ‘Ndrangheta y el resto de las familias mafiosas.La sotana del papa Francisco no es a prueba de balasEn el verano de 2014, Francisco está decidido a ser una pesadilla para propios y extraños. El 21 de junio, a punto de iniciar su recorrido por Cassano all’Ionio, el papa confirma un capricho que hace sudar a su equipo de seguridad: se paseará por el bastión de la ‘Ndrangheta en un vehículo descapotado. Sin vidrios blindados, sin chaleco táctico y sin miedo. Cuando el papamóvil arranca, el líder de la Iglesia católica es un blanco abierto en territorio de criminales que profesan la fe católica, pero lo hacen porque así pueden explotar para su beneficio la religiosidad de los italianos sureños.Los deseos de Su Santidad no sólo son peligrosos: rozan lo absurdo y lo temerario. Las estrechas calles del sur italiano hacen que, por varios momentos, la multitud toque a Francisco con sólo estirar la mano fuera de sus balcones. Si alguna de esas manos empuñara un arma, el argentino no sobreviviría un tiro a quemarropa. “Es verdad que algo puede pasarme, pero seamos realistas, a mi edad no tengo mucho que perder”, había dicho, días antes, al diario español La Vanguardia.Así que ahí va el jesuita sonriente, a sus 78 años. Saluda, abraza, besa. Luce vigorizado, acaso porque horas antes tuvo una reunión “emocionalmente intensa” en la cárcel con el padre de Coco, según difundió la prensa del Vaticano. El papa Francisco parece olvidar que 21 años antes, en 1993, al sacerdote Pino Puglisi lo asesinaron por hablar contra la mafia en sus terruños y que, aunque camine por la faz de la Tierra llamándose representante de Dios, su sotana no es a prueba de balas.Pero el gesto afable de la mañana se le endurece a las cuatro de la tarde, cuando llega a la última parada en su visita, la localidad de Síbaris, para celebrar una misa multitudinaria. Es el momento más tenso para el equipo de seguridad: el papa hablará sobre el crimen organizado y tiene una cuenta por cobrar.En 1993 Juan Pablo II hizo historia al pronunciar, por primera vez, la palabra “mafia” en una misa católica y lo hizo en Palermo, Sicilia, bastión de la Cosa Nostra, donde condenó su “cultura de la muerte”. En 2010, Benedicto XVI elevó el reclamo, otra vez en Palermo, denunciando a la mafia como el “camino a la muerte que es incompatible con el Evangelio”.Pero Francisco quiere ir más lejos: a una condena a donde ningún otro papa ha llegado. Va a imponer, en público, la máxima pena eclesiástica.“Cuando la adoración del Señor es sustituida por la adoración del dinero, se abre el camino al pecado, al interés personal y al abuso; cuando no se adora a Dios, el Señor, se convierten en adoradores del mal, como lo son quienes viven de deshonestidad y de violencia [...]. La ‘Ndrangheta es esto: adoración del mal y desprecio del bien común. Este mal se debe combatir, se debe alejar”, clama Francisco frente al gentío y afila su sentencia. “Aquellos que en su vida siguen esta senda del mal, como son los mafiosos, no están en comunión con Dios: ¡están excomulgados!”.La feligresía aplaude en un gesto de júbilo y rebelión. Para millones fuera de Calabria, la separación pública de la Iglesia respecto a la ‘Ndrangheta puede parecer poca cosa, pero el histórico castigo significa para miles de italianos la confirmación de la hipocresía de los mafiosos: ya no pueden comulgar o casarse por la iglesia, tampoco ser padrinos o leer la Biblia en misas, como si fueran hombres virtuosos.Tras dos horas de misa, el papa vuelve a Roma por tierra y de ahí al Vaticano por aire. Los medios internacionales, como The New Yorker, replican la excomunión y los expertos en religión y crimen organizado lo llaman uno de los más importantes a sólo 15 meses del inicio del papado del argentino.Francisco vuelve a su austera habitación con la satisfacción de haber marcado a la mafia frente a su base social y en su territorio.La alianza entre la ‘Ndrangheta y los ZetasLa primera vez que se supo de la alianza entre la ‘Ndrangheta y los Zetas fue en 2008. Ese año, el 7 de agosto, el mafioso Giuseppe Coluccio fue detenido en Toronto, Canadá, a donde había viajado tres años antes para escapar de la justicia italiana y coordinar el envío de drogas desde América hasta Europa, junto con sus socios del clan Aquino, los representantes de la mafia en Nueva York.Coluccio y los Aquino tenían el encargo de introducir cocaína colombiana a Italia a través de los puertos que controlaba la mafia. Pero el flujo que por años había servido a los calabreses comenzó a tener interrupciones en 2006, cuando el Cártel de Medellín y el de Cali entraron en declive, mientras que nuevos grupos ganaban importancia local pero les faltaban contactos en el extranjero.Los italianos entonces buscaron nuevos proveedores y los encontraron debajo de Texas, Estados Unidos: en Tamaulipas, México, donde Los Zetas operaban a sus anchas gracias a la permisividad de sus jefes y futuros enemigos, el Cártel del Golfo.Diez días después del arresto de Coluccio gracias a la Operación Solare, Pietro Grasso, entonces procurador de Roma, confirmó oficialmente el vínculo entre los grupos criminales que más destacaban en el mapa mundial por sus métodos sanguinarios. “La novedad en ese operativo internacional es el papel que ha asumido México como punto de partida del narco, sustituyendo a Colombia y convirtiéndose en el mayor distribuidor de drogas en el mundo”, asestó el político italiano.A partir de entonces, la ‘Ndrangheta y Los Zetascaminaron de la mano, luego de tres años de amasiato en secreto. Gracias a su sociedad, en 2009 el patrimonio de la mafia calabresa rozó los 44 mil millones de euros –el PIB de Estonia, por ejemplo, rondó los 13.2 mil millones de euros en aquel año– y Los Zetas pudieron financiar al año siguiente su independencia del Cártel del Golfo.Para 2010, según documentos judiciales en Estados Unidos, la ‘Ndrangheta vivió su mejor momento con Los Zetas al fichar al exgobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington, como facilitador del envío de toneladas de cocaína hacia Europa a cambio de millonarios sobornos. Tras dejar el cargo en 2004, el priista que soñó con ser presidente de México huyó hacia Italia, donde creyó que la protección de sus amigos lo alejaría de la justicia. Hoy está preso en el penal del Altiplano, donde aguarda una sentencia que podría dejarlo en una celda de por vida por sus vínculos con Los Zetas.Pero el matrimonio criminal italomexicano no resistió la prueba del tiempo. En 2013, los europeos perdieron a jefes importantes en América Latina como Iacomino Tommaso, alias Salvatore, o Roberto Pannunzi, Bebe, mientras que los mexicanos vieron caer a líderes como Heriberto Lazcano, El Z3, y Miguel Ángel Treviño Morales, El Z40. Sus vacíos de poder demostraron que, aunque igual de sádicos, cada uno tenía estrategias distintas para sobrevivir.“Los Zetas son el primer cártel que comenzó a utilizar la violencia y la ferocidad como herramientas de marketingpara el asesinato y como señales de su presencia. [En México] es una lucha por la supervivencia, en la que cada cártel debe ser más feroz y cruel que los demás. En Italia, en cambio, las organizaciones criminales prosperan en secreto [...]. La ‘Ndrangheta se ha esforzado por mantenerse oculta y está más enfocada en fomentar vínculos con políticos y ampliar sus negocios en todo el mundo”, estableció el Consejo de Asuntos Hemisféricos en 2013.El divorcio, pecado mortal, se asomó en el horizonte criminal al año siguiente, cuando comenzó esta historia.La mafia y los cárteles no caben en la casa de DiosEn 2014, el año de la condena del papa Francisco, el instituto de investigación Demoskopica detalla que la ‘Ndrangheta había ganado, unos 53 mil millones de euros, más que todo el dinero amasado en conjunto por el Banco Alemán y McDonald’s. Empoderados por su riqueza, el latigazo del papa hiere, pero no los mata.En contraste, Los Zetas, infanticidas como sus socios, empiezan a descender a los infiernos, como si la condena espiritual les llegara indirectamente y, en lugar de golpear en Calabria, cruzara más de 10 mil kilómetros hasta Matamoros.“Italia y México se encuentran entre los países con las mayores poblaciones católicas del mundo [...]. Esta característica común se debe, en Italia, a la Iglesia Católica en Roma, y en México, a su legado español [...]. La religión católica también está vinculada a las organizaciones criminales, particularmente por el papel de sus preceptos de absolución, que pueden proteger a los criminales de las consecuencias negativas de sus actos, y numerosos estudios académicos han destacado la importancia de la religión en el fortalecimiento de la mafia”, escribe la socióloga Alessandra Dino en su libro “La mafia devota”.Actualmente, la ‘Ndrangheta ha resarcido la relación con los cárteles mexicanos y ha cambiado de pareja: ahora comparte secretos con el Cártel Jalisco Nueva Generación, según la Dirección de Investigación Antimafia en Italia. Su influencia sigue tan viva como la consideración de algunos expertos que aún llaman a la mafia calabresa la más millonaria e influyente en el mundo.Lo que los criminales no lograrán, ni con todos los millones, es revertir la excomunión. Con la muerte del papa Francisco, se ha consumido la esperanza de que las puertas de la Iglesia católica se les abran en algún momento cercano.Es el legado de Pino Puglisi, Claudio Dominio, Giuseppe Di Matteo, Annalisa Durante, el papa que deja la sede vacante y el niño Coco Campolongo: la mafia y los cárteles no caben en la casa de Dios.GSC/ATJ